El Papa, quien ha sido un firme defensor de los derechos de los inmigrantes, criticó la tendencia a culpar a los pobres y a los inmigrantes por problemas económicos y sociales. Según él, estas políticas no abordan las raíces del problema y, en cambio, solo agravan la situación de aquellos que ya enfrentan dificultades extremas.
Francisco hizo un llamado a los líderes mundiales para que adopten un enfoque más compasivo y humanitario hacia la inmigración, enfatizando que el camino hacia la solución de los problemas sociales no se encuentra en la represión, sino en el diálogo y la solidaridad. En su mensaje, el Papa reafirmó su compromiso con la defensa de los derechos humanos y la dignidad de todas las personas, independientemente de su estatus migratorio.
Con la llegada de Trump a la presidencia, la comunidad internacional observa de cerca cómo se desarrollarán estas políticas y las implicaciones que tendrán para millones de inmigrantes que buscan una vida mejor en Estados Unidos. La advertencia del Papa resuena en un momento en que la discusión sobre la inmigración se torna más urgente y polarizada que nunca. A medida que se acerca el inicio de este controversial programa de deportaciones, las voces de líderes religiosos y defensores de los derechos humanos se alzan en un llamado a la reflexión y la acción por un mundo más justo.
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