El mundo del merengue y la música dominicana se encuentra en duelo tras la trágica muerte de Rubby Pérez, una de sus más grandes leyendas. Este jueves 10 de abril, el Teatro Nacional Eduardo Brito se convirtió en el escenario de una emotiva despedida, donde amigos, familiares y fans se unieron para rendir homenaje a un ícono que dejó una huella imborrable en la cultura del país.
La devastación fue palpable, ya que Pérez fue una de las 200 víctimas del colapso del techo de la discoteca Jetset, un suceso que ha dejado al país sumido en el luto más profundo. Desde la mañana, personalidades del ámbito artístico, político y deportivo comenzaron a llegar para despedirse de un hombre que con su voz y carisma marcó generaciones.
Sin embargo, el momento más desgarrador ocurrió cuando Sulinca Pérez, hija del merenguero, se acercó al ataúd de su padre entre lágrimas. En un acto de amor y despedida, la joven, sobreviviente del trágico derrumbe, le cantó por última vez, rompiendo el corazón de todos los presentes. Su interpretación de “Mi alma por amor” resonó en el teatro, llenando el aire con un dolor profundo y una belleza desgarradora.
La tragedia que ha sacudido a la nación no solo ha dejado una pérdida irreparable en la música, sino que también ha unido a la comunidad en un lamento colectivo. Rubby Pérez, el hombre que hizo vibrar a millones, ahora descansa en paz, mientras su legado musical perdurará para siempre en los corazones de quienes lo amaron. La conmoción sigue latente, y el país enfrenta un camino difícil para sanar las heridas que ha dejado esta tragedia.