El Vaticano, envuelto en un manto de solemnidad, se convirtió en el epicentro del dolor colectivo. Fiel a su legado de humildad, el Papa Francisco, quien siempre priorizó a los más necesitados, pasó sus últimos momentos rodeado de seres queridos, reflejando serenidad y paz. Su partida no solo desata un torrente de lágrimas, sino también una profunda reflexión sobre su vida dedicada al servicio y a la justicia social.
Desde que asumió el papado en 2013, Francisco rompió con las convenciones, acercando la Iglesia a los marginados y desafiando el poder y el egoísmo. Su encíclica “Laudato Sí” fue una llamada urgente a la acción por el planeta, y su voz siempre se alzó en defensa de los olvidados. En sus últimos días, a pesar de su deteriorada salud, continuó su labor, abrazando a los vulnerables y predicando un mensaje de paz y amor.