Donald Trump ha sufrido un colapso total durante una entrevista en vivo que ha dejado a Estados Unidos atónito. La conversación, que se suponía iba a ser un momento controlado para celebrar los 100 días de su segundo mandato, se convirtió rápidamente en un espectáculo de ira, desinformación y desprecio por la verdad.

Entrevistado por Terry Moran de ABC, Trump se mostró visiblemente acorralado cuando se le preguntó sobre Kilmar Abrego García, un inmigrante cuya deportación había sido bloqueada por la Corte Suprema. La justificación de Trump para su deportación fue una imagen engañosa que supuestamente mostraba a García con un tatuaje de MS13, una afirmación que fue desmentida en el acto. En lugar de corregir la información, el expresidente arremetió contra Moran, desatando una rabieta que reveló su incapacidad para aceptar la rendición de cuentas.

La situación escaló cuando Trump, en un ataque de paranoia, afirmó que “hay 21 millones de violadores, ladrones y asesinos” en Estados Unidos, una declaración sin fundamento que solo busca infundir miedo y desconfianza. Su desprecio por el sistema legal y los derechos constitucionales de los inmigrantes fue alarmante: “No estoy seguro de que exista un proceso legal para los inmigrantes”, declaró, cuestionando la base misma de la justicia estadounidense.

Este colapso no solo es un reflejo del estado mental de Trump, sino también una llamada de atención sobre la dirección peligrosa que está tomando su administración. La retórica incendiaria y las mentiras descaradas que profirió en la entrevista no solo erosionan la confianza en la verdad, sino que también alimentan un clima de odio y violencia.

La nación se enfrenta a una crisis constitucional, y si Trump continúa por este camino, los próximos 1000 días podrían ser aún más oscuros. La realidad es innegable: el peligro no está en la frontera, sino en el liderazgo que se niega a respetar la verdad. Estados Unidos debe despertar y reconocer que está bajo asedio no por enemigos externos, sino por un presidente que utiliza la mentira como herramienta de poder.