En un giro dramático de la historia, el rey Mitrídates VI del Ponto se erigió como una de las amenazas más feroces para la República Romana, desencadenando una serie de guerras que cambiarían el curso del poder en el Mediterráneo. En el siglo II a.C., tras la muerte de Alejandro Magno, el reino del Ponto emergió en medio de la agitación política de los diádocos, con Mitrídates al mando, quien no tardó en expandir su territorio desde la costa del mar Negro hasta Anatolia.