En un giro impactante en la geopolítica global, el presidente Donald Trump se niega a aceptar que China se ha consolidado como la nación de mayor crecimiento económico del mundo. En una reciente entrevista, Marcelo Muñoz, presidente de la Fundación Cátedra China, afirmó que Trump sigue aferrándose a una visión anticuada del liderazgo mundial, ignorando la realidad del ascenso chino.
Las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China están estancadas, a pesar de las afirmaciones de Trump sobre una “buena sintonía”. Muñoz subraya que la relación no puede considerarse positiva, ya que China ha superado a Estados Unidos en múltiples aspectos económicos y se ha convertido en el primer socio comercial de 148 países. “China sigue creciendo a un ritmo impresionante del 5% y no tolerará imposiciones arancelarias”, advirtió Muñoz.
La situación es crítica: mientras Trump intenta mantener el control del discurso global, China avanza silenciosamente, estableciendo relaciones comerciales y fortaleciendo su influencia en el mundo, especialmente entre las naciones en desarrollo. “El dólar está perdiendo poder y, con él, la hegemonía estadounidense”, enfatizó Muñoz, quien predice que la gobernanza global se trasladará hacia nuevas manos, alejándose del dominio occidental.
En este contexto, la comunidad internacional observa con atención cómo se desarrollan los acontecimientos. La estrategia de China de crecer “a la chita callando” podría cambiar el equilibrio de poder, dejando a Estados Unidos en una posición vulnerable. El tiempo corre y el futuro del liderazgo mundial está en juego. La pregunta que surge es: ¿Puede Trump adaptarse a un mundo donde su influencia está en declive, o seguirá aferrándose a un liderazgo que ya no le pertenece? La respuesta podría definir la próxima era de relaciones internacionales.