Un crimen atroz ha sacudido Guatemala: Carlos Enrique Monsón Mancilla, un religioso de la Hermandad Escuela de Cristo, ha sido arrestado por el feminicidio de su novia, Andrea María Sánchez García. La joven, de tan solo 25 años, fue hallada sin vida en su hogar el 16 de agosto de 2024, dejando a la comunidad en estado de shock.

Las imágenes de las cámaras de seguridad revelaron una serie de movimientos sospechosos de Carlos la madrugada del crimen. A las 2:54 a.m., se les vio caminando juntos, pero a las 4:00 a.m., él salió solo de la casa, regresando posteriormente con ropa diferente. La escena del crimen fue manipulada: la puerta de la habitación estaba rota y el cuerpo de Andrea fue colocado en un sillón, como si se tratara de un robo que salió mal. Sin embargo, la investigación forense determinó que Andrea había muerto por asfixia, tras haber recibido golpes en la cabeza y el cuello, evidenciando un ataque violento.

La comunidad, que conocía a Andrea como una joven tranquila y devota, se horrorizó al enterarse de los detalles. Carlos, quien había mostrado un comportamiento celoso y posesivo, intentó desviar la atención de las autoridades, pero las pruebas en su contra fueron contundentes. En septiembre de 2024, fue detenido tras una exhaustiva investigación que reveló su culpabilidad.

El juicio comenzó en octubre y, aunque Carlos intentó justificar sus acciones, las pruebas presentadas fueron irrefutables. Finalmente, en abril de 2025, fue condenado a 25 años de prisión, un fallo que, aunque no representa la pena máxima, es un paso hacia la justicia para la familia de Andrea. La indignación persiste en la sociedad guatemalteca, que clama por el fin de la violencia de género. Este trágico caso nos recuerda la urgente necesidad de visibilizar y erradicar la violencia disfrazada de amor. ¿Cuántas más deben sufrir antes de que se haga justicia?