**¡Ayúdenme, me van a matar! Nadie la escuchó… y el asesino que vivía enfrente la acechó**
Un grito desgarrador resonó en un edificio de Azcapotzalco, pero nadie respondió. Rosa María Bello, una mujer de 52 años, fue brutalmente asesinada en su hogar el 11 de junio de 2022, mientras pedía ayuda a gritos. Su familia, devastada, encontró su cuerpo en un charco de sangre, marcando el inicio de una lucha incansable por justicia.
El asesino, un vecino que vivía justo enfrente, la interceptó en la puerta de su departamento y la estranguló con un cable. Mientras ella clamaba por ayuda, varios testigos escucharon sus gritos, pero la indiferencia reinó. Nadie llamó a la policía, nadie tocó la puerta. Este silencio cómplice permitió que el crimen se consumara.
La historia de Rosa María es un reflejo aterrador de la violencia de género que azota al país. Su familia, compuesta por Luz y Juan Bello, ha enfrentado una batalla titánica contra la ineficacia de las autoridades. A pesar de las evidencias, la investigación se ha visto plagada de omisiones y negligencias. La familia, desesperada, tomó la iniciativa de investigar por su cuenta, descubriendo que el asesino había estado presente en el edificio en el momento del crimen.
El dolor se agrava con cada audiencia, donde la familia se enfrenta a un sistema que parece proteger más al agresor que a la víctima. “No podemos descansar hasta que se haga justicia”, clama Luz, mientras lucha por que su hermana no sea solo un número más en la estadística de feminicidios.
La angustia de esta familia no solo radica en la pérdida de Rosa María, sino en la lucha constante contra un sistema que falla a las mujeres. La sentencia del asesino aún está pendiente, y la posibilidad de que recupere su libertad es una sombra que persigue a sus seres queridos. “No permitiremos que su muerte sea en vano”, afirman, mientras continúan su lucha por justicia en un país donde el silencio y la indiferencia son cómplices del crimen.