Nicolás Maduro ha desatado una ola de tensión en América Latina al convocar a los jóvenes venezolanos a unirse a las milicias y recibir entrenamiento militar en respuesta a lo que él califica como una inminente amenaza de Estados Unidos. En un acto transmitido por la televisión estatal, el presidente venezolano instó a reservistas y milicianos a presentarse en los cuarteles este fin de semana para aprender a disparar, en medio de un clima de creciente hostilidad bilateral.
La situación se intensifica tras el despliegue de ocho buques de guerra estadounidenses en el Caribe, que Washington ha justificado como maniobras contra el narcotráfico. Maduro, en un intento por movilizar a la población, ha ordenado el despliegue de 25,000 efectivos militares en las fronteras con Colombia y el Caribe, advirtiendo que responderán con fuerza ante cualquier ataque.
La líder opositora María Corina Machado ha criticado duramente esta convocatoria, acusando a Maduro de utilizar a los jóvenes como escudos humanos. En un contundente mensaje en redes sociales, Machado afirmó que “te roban, te humillan y ahora quieren que los defiendas”, señalando la manipulación del pueblo por parte del régimen.
Mientras tanto, la tensión se agrava con declaraciones de Donald Trump, quien ha señalado que Venezuela es responsable de enviar pandilleros y drogas a Estados Unidos. En este contexto, la comunidad internacional observa con preocupación, ya que el exiliado Edmundo González Surrutia advierte que “algo tiene que pasar” en medio de esta crisis.
Con el aumento de vuelos de inteligencia estadounidenses sobre Venezuela y la presencia militar en el Caribe, el panorama se vuelve cada vez más incierto. La pregunta que queda en el aire es qué acciones se tomarán en las próximas horas, mientras las naciones de la región se preparan para lo que podría ser un conflicto de gran envergadura. La marcha del león se siente más fuerte que nunca, y el futuro de Venezuela pende de un hilo.
