La vida de César Costa, uno de los íconos del rock and roll en México, ha estado marcada por altibajos y una notable adaptación a los cambios sociales y musicales. Nacido en la Ciudad de México el 13 de agosto de 1941, su carrera despegó en la década de los 60, cuando el rock revolucionó la música en el país. Costa fue parte de una generación de jóvenes artistas que, a través de su música, lograron conectar con una juventud ávida de nuevos ritmos y libertades.
Conocido inicialmente como César Roel, el artista tomó el apellido “Costa” en un intento de distanciar su carrera musical de la reputación de su padre, un abogado respetable. A pesar de las críticas que enfrentó por su estilo más conservador en comparación con otros rockeros de la época, Costa logró consolidarse como una figura relevante en la industria musical, destacando por su habilidad para cantar en español versiones de éxitos internacionales.
A lo largo de su carrera, César Costa no solo se destacó en la música, sino también en la televisión, participando en programas icónicos como “La carabina de Ambrosio” y “Papá soltero”. Su estilo y humor blanco lo hicieron querido por el público, a quien siempre ofreció un contenido familiar y respetuoso.
Sin embargo, su vida no ha estado exenta de desafíos. Durante la pandemia, Costa se convirtió en embajador de UNICEF, dedicándose a causas sociales y recaudando fondos para ayudar a la infancia en situaciones de vulnerabilidad. A pesar de su éxito, ha expresado que uno de los mayores retos de su vida ha sido hacer frente a las carencias que existen en México.
Recientemente, César Costa tuvo que desmentir rumores sobre su muerte que circularon en redes sociales, reafirmando su estado de salud y su deseo de seguir contribuyendo al mundo del espectáculo. A sus 83 años, sigue siendo una figura emblemática que ha sabido mantenerse vigente a lo largo de las décadas, mostrando que la música y la solidaridad pueden trascender el tiempo. Su legado continúa inspirando a nuevas generaciones de artistas en México y más allá.
