La vida de Palito Ortega, un ícono de la música pop argentina, está marcada por una mezcla de logros extraordinarios y desafíos personales profundos. A sus 80 años, Ortega, conocido como “el hombre triste de las canciones alegres”, ha compartido las inquietudes que lo han acompañado a lo largo de su carrera. Su historia comienza en 1941, cuando nació en Lules, Tucumán, en una familia de escasos recursos. Desde joven, enfrentó adversidades que lo llevaron a trabajar desde los cinco años, vendiendo periódicos y limpiando zapatos.
A pesar de sus dificultades, la música siempre fue su pasión. En 1956, se trasladó a Buenos Aires con un sueño: convertirse en cantante. Sus inicios fueron duros, vendiendo café en las calles y estableciendo contactos con otros músicos. Sin embargo, su perseverancia dio frutos cuando logró grabar su primer álbum, dando inicio a una carrera que lo llevaría a convertirse en uno de los artistas más influyentes de América Latina.
A lo largo de su trayectoria, Palito no solo brilló en la música, también incursionó en el cine y la política. Su matrimonio con Evangelina Salazar, una actriz en ascenso, fue un pilar fundamental en su vida. Juntos criaron seis hijos, siempre priorizando el amor y la familia por encima de la fama. A pesar de los retos, incluyendo su carrera política como gobernador de Tucumán, Ortega ha mantenido su integridad y su conexión con el pueblo.
En una entrevista reciente, Ortega reflexionó sobre su vida, destacando que, a pesar de los altos y bajos, lo más importante ha sido el amor de su familia y la pasión por la música. “He tenido una carrera maravillosa, pero lo que realmente cuenta es el amor y el apoyo de los seres queridos”, afirmó. Su historia nos recuerda que el verdadero éxito no se mide en fama o riqueza, sino en las relaciones que construimos y el impacto que dejamos en los demás.