Rod Stewart, una de las voces más icónicas de la historia del rock, ha vendido más de 250 millones de discos y ha estado en la cima de las listas durante más de seis décadas con éxitos como “Maggie May” y “Sailing”. Sin embargo, tras esta exitosa carrera se esconde una vida marcada por la tristeza y el sufrimiento. Con más de 80 años, Stewart enfrenta una realidad que contrasta con su fama, llena de luchas personales, adicciones y relaciones fallidas.
Nacido en 1945 en un Londres devastado por la guerra, Stewart vivió una infancia complicada, siendo el menor de cinco hermanos en un hogar que, aunque cálido, también estaba impregnado de melancolía. Su padre, un maestro constructor escocés, y su madre, una mujer fuerte, enfrentaron adversidades que dejaron huellas en la vida de Rod. A pesar de recibir atención especial por ser el benjamín de la familia, sentía profundamente la soledad y las expectativas que lo rodeaban.
Su camino hacia la música fue tortuoso, marcado por fracasos y la búsqueda de una identidad artística. A los 19 años, tras rechazar el fútbol, se lanzó a la escena musical londinense, donde formó parte de varias bandas antes de encontrar su voz única. El éxito llegó, pero no sin un precio: el hedonismo de su vida personal se traducía en relaciones tumultuosas y un uso problemático de drogas.
A lo largo de su carrera, Rod Stewart ha estado en el centro de escándalos y rupturas, desde su juventud hasta matrimonios con figuras del espectáculo. Cada relación fue una lección, y cada éxito en el escenario contrasta con la soledad que sentía detrás de las cortinas. A pesar de sus logros, ha confesado que muchas veces se sintió vacío, luchando contra fantasmas del pasado.
Hoy, con una carrera llena de altibajos y un legado musical indiscutible, Rod Stewart continúa enfrentando los desafíos de la vida. A medida que reflexiona sobre su pasado, muchos se preguntan si finalmente ha encontrado la paz o si todavía carga con el peso de sus experiencias. Su historia es un recordatorio de que detrás de la fama puede haber una lucha silenciosa y profunda.