El hermano de Rubby, quien ha roto el silencio, revela que Ignacio era más que una simple mascota; era su confidente, su alegría y su razón de ser. Una conexión tan profunda existía entre ellos que muchos creen que Ignacio simplemente no pudo soportar la ausencia de Rubby. Testigos afirman que, desde el día del colapso de su amado dueño, Ignacio mostró signos de tristeza extrema, negándose a comer y permaneciendo inmóvil, esperando a que su amigo volviera.