Antonio Espayat, dueño de la discoteca Jet Set, ha finalmente roto el silencio tras la devastadora tragedia que dejó 27 muertos y 160 heridos en Santo Domingo hace 11 días. La noche del colapso, la emblemática discoteca se convirtió en un escenario de horror cuando el techo se desplomó durante un concierto del merenguero Rubby Pérez, causando pánico y caos entre los asistentes.
En una carta enviada al Ministerio Público, Espayat afirmó estar dispuesto a colaborar con la justicia y asumir la responsabilidad de lo sucedido. Sin embargo, su declaración llega en medio de crecientes dudas sobre la posible negligencia en la gestión del local, donde se habían reportado advertencias sobre el deterioro de la estructura. “Nunca imaginé que un lugar que fue sinónimo de alegría se convertiría en el epicentro de una tragedia”, escribió Espayat, intentando mostrar empatía hacia las víctimas y sus familias.
Las especulaciones sobre su papel han crecido, con muchos cuestionando si realmente actuó de manera responsable. “¿Por qué tanto silencio antes de hablar?”, se preguntan críticos y familiares de las víctimas, mientras la indignación y el dolor llenan las calles cercanas al Jet Set.
Las investigaciones han comenzado, pero el tiempo corre y las respuestas son urgentes. La presión sobre Espayat aumenta, especialmente tras la presentación de una demanda por parte de la familia de un policía fallecido en el colapso, lo que añade un nuevo nivel de tensión a un caso que ya es un campo de batalla legal y moral.
La tragedia ha dejado una huella profunda en el país, y mientras se entierran a las víctimas, la búsqueda de justicia se intensifica. El futuro de Espayat pende de un hilo, y la opinión pública está atenta a cada paso que dé en este oscuro capítulo de la historia dominicana.