**Título: Trump en el Ojo del Huracán: Humillaciones Internacionales y Desaire Global**

En una semana marcada por la vergüenza y el desprecio, Donald Trump ha sido el protagonista de un desplome internacional sin precedentes. Su presencia en el funeral del Papa Francisco en el Vaticano se convirtió rápidamente en un espectáculo de humillación cuando el mundo entero, incluido el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, lo ignoró por completo. Mientras Zelenski era recibido con aplausos estruendosos en la Plaza de San Pedro, Trump se encontró atrapado en un silencio incómodo, un reflejo del creciente cansancio global hacia sus desaciertos y promesas incumplidas.

La escena se tornó aún más surrealista cuando Macron, el presidente francés, dio la espalda a Trump y extendió un cordial apretón de manos a Zelenski, dejando al exmandatario estadounidense en una posición de evidente incomodidad. Este momento viral no solo simboliza el rechazo de las élites mundiales hacia Trump, sino que también subraya su desconexión con la realidad política y diplomática actual.

En un intento por mantenerse relevante en medio de la crisis en Ucrania, Trump recurrió a Twitter, enviando un mensaje débil a Vladimir Putin. “Vladimir, detente”, escribió, como si un simple tuit pudiera deshacer años de devastación y sufrimiento. La reacción global fue inmediata: el silencio ensordecedor que le rodeaba durante el funeral se convirtió en un eco de su desconexión de las realidades que enfrenta el mundo.

Pero la humillación de Trump no se limitó al ámbito diplomático. En un giro irónico, su propia administración ha sido desmentida por China, que calificó de “noticias falsas” su afirmación sobre negociaciones secretas para resolver la guerra comercial. Esta respuesta contundente expone la fragilidad de la economía estadounidense, que Trump había prometido revitalizar, pero que ahora se encuentra al borde del colapso. Los aranceles, que él consideraba una herramienta de liberación, son ahora un lastre que está llevando a millones de estadounidenses a enfrentar precios más altos y estantes vacíos en sus tiendas.

Mientras el mercado de valores se desploma y las pequeñas empresas cierran sus puertas, la pregunta persiste: ¿cuánto más puede resistir la nación ante un liderazgo que parece incapaz de entender las consecuencias de sus acciones? La semana ha sido devastadora no solo para Trump, sino también para la confianza pública y el bienestar de millones que dependen de una economía estable.

Desde el funeral del Papa hasta la vergonzosa desautorización de China, cada evento resalta el creciente aislamiento de Trump en el escenario mundial. Su incapacidad para adaptarse a las normas diplomáticas y su falta de respeto hacia los momentos solemnes han dejado una marca indeleble en su reputación. En un momento en que el mundo busca líderes que inspiren confianza y unidad, Trump parece estar atrapado en un ciclo de humillación personal y fracaso político.

Mientras las miradas se centran en el futuro, queda claro que el camino hacia la redención será arduo para Trump. La falta de un plan coherente para abordar las crisis que enfrenta su administración, junto con su tendencia a distraer y desviar la responsabilidad, hacen de su situación un desafío monumental. A medida que el mundo observa con expectación, la pregunta resuena: ¿habrá alguna vez un regreso para un líder que parece haber perdido el rumbo?