¡Comenzó la resistencia! En una ola de descontento sin precedentes, Estados Unidos ha sido escenario de más de mil manifestaciones que estallan de costa a costa en contra del gobierno de Donald Trump. Los ciudadanos exigen al Congreso que inicie un impeachment inmediato al presidente, enfrentando acusaciones graves de abuso de poder, obstrucción de la justicia y violación de la Constitución.

Desde la Casa Blanca hasta el Capitolio, las voces de protesta resonaron con fuerza. Los manifestantes, armados con pancartas y determinación, han acampado frente a la residencia presidencial, insistiendo en que no retrocederán hasta que se inicien los procedimientos de juicio político. La presión sobre el Congreso es palpable, con representantes demócratas como Esra Zanedar pidiendo una votación urgente sobre los artículos de impeachment.

La situación se intensificó cuando el Servicio Secreto tuvo que evacuar a Trump, tras reportes de manifestantes intentando escalar las vallas de la Casa Blanca. La indignación se extiende a comunidades que antes apoyaban al presidente, con protestas en Texas y Florida, donde exvotantes de Trump se unen a la resistencia, denunciando los cientos de arrestos que están ocurriendo.

El ambiente es de inminente cambio; grupos de estudiantes están organizando protestas en más de 150 campus universitarios, mientras que organizaciones de abogados respaldan a los manifestantes en su lucha por la libertad de expresión. La republicana administración, consciente de la creciente oposición, está apresurando la aprobación de leyes antes de las elecciones de mitad de período de 2026.

Mientras los enfrentamientos con la policía se intensifican y la presión social crece, el apoyo a Trump se desmorona. Con su popularidad en un histórico 30%, el futuro del presidente pende de un hilo. La oposición, ansiosa por recuperar el control, está lista para actuar: solo necesitan 17 escaños más para llevar a cabo el impeachment y la presión social podría ser el catalizador que lo logre. La lucha apenas comienza, y las calles de Estados Unidos están listas para un levantamiento que podría cambiar el curso de la historia.