**Batalla del Río Sava, 388: Rebelión de Magno Máximo**
En un giro dramático de los acontecimientos, la historia del Imperio Romano se ha visto sacudida por la feroz batalla del río Sava, donde el usurpador Magno Máximo ha sido derrotado por las fuerzas del emperador Teodosio. La tensión ha alcanzado su clímax en el corazón de Europa, mientras el destino del imperio pendía de un hilo.
Tras la devastadora derrota de Roma en Adrianópolis, el emperador oriental Valente fue capturado por los bárbaros, dejando al emperador occidental Graciano lidiando con una crisis sin precedentes. En medio del caos, Graciano nombró a Teodosio como emperador de Oriente, quien rápidamente se enfrentó a la amenaza de los godos. Sin embargo, una nueva rebelión emergió en la parte occidental, liderada por el comandante de Britania, Magno Máximo, quien se proclamó emperador y marchó a Roma.
La batalla se desató en el centro de la Galia, donde Graciano, debilitado y acosado por las rebeliones, sufrió derrotas significativas. Al enterarse de la llegada de Máximo, Graciano huyó, pero fue alcanzado y asesinado por las tropas rebeldes. Con Roma ahora en manos de un adolescente, Valentiniano, Máximo se consolidó en el poder, pero no por mucho tiempo.
Teodosio, enfrentado a la difícil decisión de apoyar al joven emperador o al usurpador, finalmente eligió a Valentiniano. La guerra civil estalló con ferocidad, y las fuerzas de Teodosio se prepararon para un enfrentamiento decisivo. En la orilla del río Sava, las tropas de Máximo se encontraron con los soldados de Teodosio en una batalla épica.
La contienda fue brutal, con ambos bandos luchando incansablemente. Sin embargo, la estrategia de Teodosio, apoyada por arqueros a caballo, resultó decisiva. Tras horas de combate, las fuerzas de Máximo sufrieron una derrota devastadora. Huyendo hacia Aquilea, Máximo buscó refugio, pero su destino estaba sellado. Atrapado y sin suministros, se rindió incondicionalmente ante Teodosio.
Con la caída de Máximo, la guerra civil ha llegado a su fin, pero la paz es frágil y nuevas amenazas acechan a un Imperio Romano en decadencia. La historia continúa, y el futuro de Roma sigue en la balanza.