La vida y muerte de Felipe Arriaga, un ícono de la música mexicana, ha sido marcada por un trágico desenlace que dejó a sus seguidores en estado de shock. El 3 de noviembre de 1988, el querido cantante y actor, conocido como “El príncipe purépecha”, fue asesinado a balazos en un ataque brutal frente a su hogar en la Ciudad de México. Arriaga, quien había cosechado éxitos en la música y el cine, regresaba a su residencia tras una cena con amigos cuando dos atacantes, ocultos detrás de árboles, abrieron fuego, impactándolo con cinco balas.
A pesar de los esfuerzos desesperados de su familia por salvarlo, Felipe sucumbió a sus heridas en los brazos de su hija Norma. Las circunstancias de su muerte han generado un torbellino de especulaciones, incluyendo teorías que apuntan a un posible vínculo con el narcotráfico, aunque estas han sido oficialmente desestimadas. Sin embargo, el misterio persiste, y la investigación sobre su asesinato fue abruptamente cerrada, dejando a la comunidad en la incertidumbre.
La relación de Arriaga con Vicente Fernández, su amigo cercano, también ha sido objeto de controversia, con rumores que sugieren celos y rivalidades en la industria musical. A pesar de la profunda tristeza que dejó su partida, tributos de colegas y fanáticos continúan resonando, recordando su poderosa voz y el legado que dejó en la música ranchera. La muerte de Felipe Arriaga no solo marcó el fin de una era, sino que también dejó un vacío en el corazón de quienes lo admiraban, convirtiendo su historia en un recordatorio de la fragilidad de la vida y el impacto duradero de su arte.