Estados Unidos enfrenta una crisis económica devastadora que ha hecho que millones de familias pierdan su poder adquisitivo. La caída del dólar, que ha perdido un 10% de su valor frente al euro y un 12% ante el yuan chino, está llevando al país al borde del colapso. Los estadounidenses, que una vez disfrutaron de un nivel de vida privilegiado, ahora se ven obligados a elegir entre comer y pagar la renta.
Los aranceles impuestos por el presidente Trump, lejos de fortalecer la economía, han añadido $400 al costo de vida. Una canasta básica que el año pasado costaba $300 ahora supera los $500, y productos esenciales como huevos y carne se han vuelto inaccesibles. El precio de los aguacates, un símbolo de lujo, ha aumentado de 58 centavos a hasta $4. La situación es tan crítica que los estadounidenses están considerando cambiar marcas de tecnología, como reemplazar un iPhone por un Huawei, debido a los precios exorbitantes.
La tasa de desempleo ha estado en aumento durante tres meses consecutivos, y el descontento popular crece. Más del 56% de la población se opone a la política de aranceles, exigiendo la renuncia del presidente por su manejo desastrozo de la economía. La gente está cada vez más desesperada, clamando por un impeachment.
Mientras tanto, las grandes empresas están trasladando sus operaciones a mercados más estables, dejando a los pequeños negocios en la cuerda floja. American Airlines reporta una caída del 30% en vuelos turísticos hacia Estados Unidos, y la Asociación de Hoteles de Nueva York indica una caída del 40% en reservas internacionales.
La crisis no solo afecta a las familias, sino que también amenaza con desmantelar el sueño americano, convirtiendo a Estados Unidos en un país cada vez menos poderoso en la economía global. La situación es alarmante y se intensifica a cada momento.