Laura Ávila, una estadounidense de 36 años, viajó a México en busca de una cirugía estética que terminó en una tragedia inimaginable. El fenómeno del llamado “turismo estético” ha cobrado vidas, y el caso de Laura es un trágico recordatorio de los riesgos ocultos que conlleva.

El 30 de octubre de 2018, Laura se sometió a una operación en una clínica de Ciudad Juárez, donde una doctora, Judith Hernández, le administró anestesia de manera incorrecta. En lugar de descender por su cuerpo, la anestesia viajó a su cerebro, provocando un paro cardíaco y el fallo de sus riñones. Su novio, que la esperaba ansiosamente, fue informado de la situación solo horas después de la cirugía, cuando ya era demasiado tarde.

Tras días de angustia, Laura fue trasladada a un hospital en El Paso, Texas, pero ya había sufrido daños cerebrales irreversibles. A pesar de los esfuerzos de su familia para buscar atención médica adecuada, fue rechazada en múltiples hospitales por no contar con seguro médico. Finalmente, tras una lucha desesperada, fue llevada a cuidados paliativos, donde falleció.

La familia de Laura ha exigido justicia, denunciando la mala praxis en la clínica. Cuatro años después, la doctora Hernández fue arrestada, pero su liberación generó más indignación. A pesar de las declaraciones de la doctora, que se defendió alegando que había salvado miles de vidas, la familia de Laura continúa clamando por respuestas y justicia.

Este trágico caso subraya la importancia de informarse adecuadamente antes de someterse a procedimientos estéticos en el extranjero. La vida de Laura se apagó a causa de una decisión que pudo haberse evitado, y su historia debe servir como un llamado de alerta para todos aquellos que consideran el turismo estético.