Perder a un perro es una experiencia muy dolorosa para las personas que los aman. Muchos los consideran como miembros de la familia, y algunos dueños comparan esas pérdidas como si se tratara de un ser querido. La gente puede experimentar una variedad de emociones cuando pierde a su perro.
Sienten una tristeza profunda, soledad, culpa, arrepentimiento, ira, desesperanza, entre otros. Ya que los perros son una fuente de compañía y amor incondicional, el vacío que dejan suele ser irreparable.
Además, suelen sentir una profunda angustia debido a la incertidumbre de lo que le puede haber pasado a su perro, si murió de forma repentina o sufrió antes de morir. También pueden sentir culpa por no haber hecho más para prevenir su muerte o no haber estado allí para despedirse.
© Foto: Facebook / Jenny Tafur JTR
Drako era un perro de tres años de edad. Era un perro muy amigable, juguetón y cariñoso. Vivía con su familia en Pamplona, San Juan de Miraflores, Perú. Era muy querido por sus dueños, especialmente por un niño llamado Kevin, que había crecido junto a él desde que era un cachorro.
Un día, mientras Kevin y Drako jugaban en el parque cerca de su casa, Drako se asustó con un ruido repentino y corrió lejos. Kevin intentó seguirlo, pero Drako había desaparecido. Kevin regresó a casa con lágrimas en los ojos y con el corazón destrozado, no podía entender cómo su mejor amigo había desaparecido.
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La familia de Kevin comenzó a buscar a Drako inmediatamente. Colgaron carteles por toda la vecindad, llamaron a las autoridades y recorrieron las calles de San Juan de Miraflores en busca de su perro. Pasaron días, semanas y meses buscando a Drako, pero no había rastro de él.
Mientras tanto, Drako vivía en la calle como un perro vagabundo. Había sido adoptado temporalmente por una familia de callejeros que lo alimentaban y cuidaban, pero él extrañaba a su verdadera familia y a su mejor amigo, Kevin.
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Cinco meses después de su desaparición, la familia de Kevin recibió una llamada. Alguien había encontrado a un perro que respondía al nombre de Drako, en Chorrillos, a varios kilómetros de distancia de donde vivía su familia. Al principio no podían creerlo, pero cuando vieron las fotos enviadas por el hombre que lo encontró, no había duda de que era su querido Drako.
La familia de Kevin se apresuró a Chorrillos, con el corazón lleno de alegría y esperanza. Cuando finalmente se encontraron con Drako, no pudieron contener las lágrimas de emoción. Drako reconoció a su familia inmediatamente y comenzó a lamer las caras de todos. Era un momento emotivo y lleno de amor.
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Drako había estado viviendo en la calle durante cinco meses, pero estaba en buena salud y con buen apetito. Su familia lo llevó a casa y lo bañó y alimentó. Kevin no podía dejar de abrazar a su perro, estaba muy feliz de tenerlo de vuelta en casa.
A partir de ese día, Drako nunca más se alejó de su familia. Pasaba todo el día en el hogar, descansando, jugando y recibiendo el amor de toda su familia.