Cada rincón del mundo está reaccionando de manera explosiva a la sorprendente victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses. Desde América Latina hasta Europa y Asia, las respuestas son diversas y reveladoras, reflejando el impacto global de esta contienda electoral.
En Argentina, el presidente Javier Milei ha expresado su entusiasmo, deseando a Trump el éxito en su misión de “hacer a América grande otra vez”. Mientras tanto, en Corea del Norte, el silencio es ensordecedor, un indicativo de la incertidumbre que trae consigo la llegada de Trump al poder. En Venezuela, Nicolás Maduro, aunque visiblemente molesto, ha manifestado su disposición a establecer relaciones constructivas con Estados Unidos.
Rusia, por su parte, ha calificado a Estados Unidos como un “país poco amistoso”, mientras que Ecuador ve en la victoria de Trump una luz de esperanza para el continente americano. La reacción de México, a través de su presidenta, es optimista, anticipando una relación positiva con el nuevo mandatario.
Ucrania ha felicitado a Trump, comprometiéndose a colaborar en la búsqueda de la paz, mientras que Nicaragua, bajo la dictadura de Ortega, ha evitado mencionar a Trump directamente, optando por saludar al pueblo estadounidense. El Salvador ha enviado bendiciones a Trump, y España, a través de Pedro Sánchez, ha mantenido un tono cauteloso, hablando de fortalecer relaciones bilaterales.
Cuba ha reaccionado con desdén, sin siquiera felicitar al nuevo presidente, y Colombia, a través de Gustavo Petro, ha afirmado que el pueblo estadounidense ha hablado y se le respeta. Israel celebra la victoria, destacando el regreso de Trump como un momento histórico, mientras que Chile busca un desarrollo inclusivo con Estados Unidos.
China, en un giro irónico, ha felicitado a Trump, prometiendo profundizar relaciones, y Brasil ha subrayado el respeto por la voz del pueblo. Italia, bajo Giorgia Meloni, habla de una alianza inquebrantable, mientras que el Vaticano, con un Papa progresista, advierte que Trump no posee una varita mágica para resolver los conflictos globales.
La victoria de Trump no solo redefine el futuro de Estados Unidos, sino que también sacude las relaciones internacionales, dejando al mundo expectante ante lo que está por venir.